Norman Finkelstein es efectivamente un radical, un radical americano, como dice el título del documental, y por ello precisamente ha tenido que pagar un alto precio. Su radical compromiso con los palestinos y con la denuncia de la explotación del Holocausto judío le ha agenciado muchos enemigos en un país como EEUU (en donde el peso de Israel y la comunidad sionista estadounidense es muy fuerte).
El documental analiza su trayectoria de polémicas y enfrentamientos, su tenacidad y el ostracismo profesional que todo ello le supuso. Pero la narración deja al descubierto un problema personal algo más profundo. Ni sus virtudes como infatigable erudito, ni los desencantos propios de aspiraciones idealistas, pueden dar respuesta a su triste semblante. Quizás haya otro factor, algo más íntimo, que los directores de este documental han sabido mostrar probablemente casi sin buscarlo.