¿Qué dijo Pablo Iglesias ayer para que casi todos los medios hablen hoy de ataque a la libertad, al estado de derecho, amordazar a la prensa, coacciones y presiones intolerables, y una larga letanía de exageraciones?
El que se haya molestado en ver la intervención, habrá comprobado que no estaba apoyando la censura, ni estaba usando un tono furibundo con los ojos inyectados en sangre. Se trataba de explicar un análisis crítico de cómo funcionan los medios. Y lo hace de manera cómplice con la simpatía que le merecen los periodistas que se encargan de las noticias de Podemos. ¿Por qué tanta alarma entonces?