Hace tan solo un par de días Obama visitó Laos y reconoció la masacre que EEUU había causado en allí. Llegó a definir a Laos como el país más bombardeado de la historia, sobre el que se han arrojado más bombas que sobre Alemania y Japón en la segunda Guerra Mundial (algunos cálculos dicen que fueron más de 8 bombas por minuto de promedio durante nueve años).
No es la primera vez que Obama reconoce que EEUU ha asesinado y conspirado. El 4 de junio de 2009 dio un discurso en El Cairo en el que pedía "un nuevo comienzo" en sus relaciones con Oriente Medio, y para ello empezó reconociendo que EEUU había conspirado para derrocar un gobierno democrático en Irán y poner allí a un dictador.
Él mismo reconocía que era un secreto a voces, aunque el documental "El golpe de EEUU a Irán" deja claro que la gente de a pie no está informada sobre la oscura historia de su propio país. Unos cuantos años después la CIA desclasificaba oficialmente esa información.
Otro documental, "Laos: la guerra secreta de la CIA", nos muestra cómo la historia se repite una y otra vez. El periodista Fred Branfman dedicó toda su vida a denunciar esta guerra secreta, y tuvo que luchar contra el silencio de los grandes medios de comunicación. Los escándalos de tales dimensiones al final terminan filtrándose, y los implicados van muriendo, y así, poco a poco, cada vez a menos gente le importa que se sepa la verdad. Pero en aquella época, enfrentarse a todo eso, significaba navegar a contracorriente.
Podría pensarse que Obama es valiente al confesar delitos internacionales tan graves, y puede que tenga su mérito viniendo de un presidente de EEUU, y si además ayuda económicamente a la reconstrucción, no está mal, pero... valor,... lo que se dice valor, habría que predicarlo de quienes lucharon para sacar la verdad a la luz. Obama viene ahora, cuando todo el mundo (todo el mundo que le interesa y se molesta en leer otros medios de comunicación) sabe que EEUU ha sido (y todavía es) un país imperialista, a confesarnos los pecados que muchos ya sabíamos.
Obama no puede recoger el mérito del trabajo de otros. ¿Estaría confesando Obama todas esas masacres de no haber sido por el tenaz trabajo de periodistas como Branfman? En la era de la información digital, quizás Wikileaks, Manning y Snowden estén haciendo el trabajo de mártires de la información incómoda. Quizás cuando Snowden muera, algún Presidente de EEUU que quiera redimir el pasado de su país le rinda tributo dentro de 30 años, pero el coraje para apoyar a los valientes hay que demostrarlo en la batalla, junto a ellos, no en sus funerales. Fred Branfman falleció en 2014 y poco sabemos de su persona. ¿Tendremos que esperar a que Hollywood haga una película (honesta) sobre él?
Yo mismo lo conocí por casualidad, por un conmovedor artículo sobre uno de mis autores favoritos titulado "Yo vi llorar a Noam Chomsky". Quizás el mejor homenaje a Fred Branfman no sea que EEUU reconozca haber bombardeado ese país masivamente, sino que además de eso, se persiga a los criminales de guerra que todavía andan sueltos disfrutando de prestigio internacional: Henry Kissinger sigue libre.
Supongo que habrá que esperar a que Kissinger muera para que un Presidente o alguien importante diga lo que todos sabemos, que Henry Kissinger es un criminal de guerra. Esa denuncia es la que hacían personas como Fred Branfman, Noam Chomsky y otros que arriesgaban sus carreras por un compromiso genuinamente político y moral, incluso Christopher Hitchens, que le dedicó un libro incisivo antes de perder la cabeza e ir de la mano de George W. Bush a Irak.
Bill Maher proponía no hace mucho que Obama hiciese un Tour para pedir perdón por todos los excesos de EEUU, lo que aparte de su humor, demuestra que alguna audiencia en EEUU es consciente de lo que se ha hecho en nombre de su bandera.
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