Asisto perplejo a cómo la inmensa mayoría de los políticos y medios de comunicación celebran el golpe de estado en Venezuela. En realidad mi perplejidad no es porque alguien pueda alegrarse de que Maduro esté en apuros. Yo mismo desearía otro tipo de dirigente, y creo que Maduro se ha ganado a pulso tantísimas críticas de Amnistía Internacional. Se podría defender una revuelta del pueblo contra su dirigente, pero habría que ser coherente y decir a las claras que se trata de un golpe de estado, o al menos una revolución, aunque este término no le gusta a la derecha tan amante del orden. Lo que me deja perplejo es que los mismos que se empeñan a calificar de "golpe de estado" lo sucedido en Cataluña, se esmeran muchísimo en evitar dicha calificación para la situación de Venezuela.