Hace unos días murió Gore Vidal, un escritor norteamericano (y
otras muchas cosas más) que fue el azote de la burguesía pudiente de su país. Y
lo era porque venía de esa misma clase, y usaba su erudición y mordacidad con
una elegancia tan insultante que se ganó la animadversión de buena parte del
pueblo estadounidense. Costumbres conservadores y política militar eran objeto
de sus diatribas, usando las palabras como dardos que cortaban la respiración
en cualquier tertulia televisiva, y en los últimos años desde una silla de ruedas
que, junto con su bastón a lo Antonio Gala, le daba un aire de sabio petulante
y vanidoso que disfrutaba cabreando a los demás.
Cuando pienso en el final del s. XX y como la decadencia y
la hipocresía del imperio norteamericano ha hecho florecer a intelectuales como
Gore Vidal, ofreciendo al público estadounidense (minoritario) toda una época
dorada en la que crear arte y hacer política ha dado unos frutos memorables, me
apena y me da envidia de que los medios españoles no hayan copiado eso de los
americanos, y si en cambio nos hayan envenenado la TV con tanta tele-mierda.
¿Acaso no tenemos brillantes polemistas en España de la talla de Vidal o
Hitchens?
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