Un documental sobre un episodio muy concreto de la TV americana, solo recomendable para los muy adictos la política... pero a la política televisada o a la política como espectáculo.
Actualmente puede verse en Netflix.
Actualmente puede verse en Netflix.
Eran los años 60, la crispación nacía de la fricción entre dos sensibilidades; por una parte el movimiento hippy y los derechos civiles, y por otra el conservadurismo estadounidense más rancio, clasista e imperialista que defendía la guerra en Vietnam. Y en ese contexto, de repente les dieron unos minutos en TV, a los representantes más brillantes y lenguaraces de ambos extremos políticos.
En la historia de los debates televisivos, y con motivo de las convenciones republicanas y demócratas de 1968, Gore Vidal y William F. Buckey protagonizaron una confrontación épica que se extendió durante muchos años después, en los tribunales y en los medios, pero sobre todo en lo personal.
Por un lado Vidal era el azote de la clase dirigente
americana, criticaba al imperio desde la atalaya que le otorgaban sus
orígenes patricios con una mordacidad inigualable que no dejaba títere
con cabeza (las masacres en Vietnam, la mojigatería de EEUU y su
retorcida moral sexual, la brutalidad policial, etc). Y Buckley
representaba todo lo contrario, era el intelectual de la derecha, tan
arrogante, incisivo y aristócrata como Vidal, pero eligió el camino del
poder establecido, la cerrazón intelectual y la demagogia necesaria para
aplastar al contrincante. Mientras tanto, Vidal hacía gala de una falta
de pragmatismo y dandismo, que lejos de propiciar un cambio en la
opinión pública, le llevaba cada vez más al ostracismo de las elites que
lo consideraban un paria de las causas perdidas.
En Youtube se pueden ver, escuchar y casi palpar, la tensión que aquellos dos némesis generaban. Cuando Buckley acusó de pro-nazis a los manifestantes, Vidal le espetó que el único cripto-nazi era él, a lo que rápidamente Buckley amenazó en directo con romperle la cara, le llamó maricón (Vidal era gay), y sacó pecho con su participación en la II Guerra Mundial (que Vidal cuestionaba tranquilamente para mayor desesperación de Buckley).
La pérdida de papeles y el insulto fueron paradigmáticos, porque le dieron una victoria moral y mediática a la víctima, y flagelaron de por vida al ofensor.
Sin embargo, mientras que la influencia de Vidal sobre la clase dirigente se difuminaba, la de Buckley tomaba cuerpo en su relación con Reagan y calaba en las élites, y tanto es así, que se dice que fue el que abrió las puertas a un nuevo tipo de conservadurismo que dura hasta hoy. En cambio el izquierdismo de Vidal sigue peleando desde abajo, y a pesar de que algunas de sus ideas hayan sido asimiladas con naturalidad por la sociedad estadounidense, su ímpetu iconoclasta ha sido enterrado por ser demasiado irreverente.
Es difícil encontrar similitudes que puedan explicar la lucha de egos que estos dos intelectuales llevaron a cabo en televisión. Simplemente no hay comparación posible en la historia de nuestra televisión, quizás porque tampoco la haya en la historia de nuestra democracia. Aún a riesgo de caer en un despropósito , y tan solo como intento de contextualizar la expectación y el espectáculo que supuso este evento televisivo, imagínense diez debates seguidos entre Federico Jimenez Losantos y el Gran Wyoming.
En mi opinión, "Best of enemies" exagera demasiado la relevancia de estos debates como punto de inflexión en la historia de la televisión. Lejos de marcar un antes y un después, los contertulios se limitaron a deleitarse exponiendo públicamente una bilis de estilo refinado, pero bilis al fin y al cabo. Tal y como ambos se quejaron al final, el formato no permitió hablar de política o argumentos, algo que por otra parte, a ninguno debió cogerle por sorpresa, pues ambos sabían a lo que iban. Se detesteban sin contemplaciones. Para Vidal, Buckely representaba el poder corrompido que haría caer los altos valores de la república hacía el abismo de un imperio despiado e intolerante. Para Buckley, Vidal representaba igaulmente la decadencia del depravado sexual que disfruta destrozando el orden social establecido. Uno ateo beligerante y el otro cristiano militante. Los mamporrazos estaban servidos, al menos los verbales. Detrás de cada exabrupto se escondían duras e irreconciliables diferencias de fondo, diferencias que no pudieron ser digeridas por el espectador, porque toda la expectación se la llevaban los ganchos a traición llenos de sarcasmo y mala leche que se sucedían en los sets de televisión, convertidos en rings de intelectuales.
No llegaré tan lejos como hace el documental al sugerir que algo de amor había entre tanto desprecio mutuo, pero algo me dice que estaban hechos el uno para el otro, y que sin ese antagonismo sus vidas políticas deberían haberse inventado mutuamente. Y hablando al menos por Gore Vidal, al que he leído y admirado en algunas de sus batallas, debo decir que el título más acertado para el documental sería justo el contrario: "Worst of enemies", porque era capaz de eso y de mucho más.
Por cierto, lo mismo podría decirse de Buckley, pero en un peor sentido: se dice en el documental que Buckley estaba terriblemente apesadumbrado por su pérdida de control y que no era su estilo, pero Youtube nos muestra lo contrario. Su arrepentimiento debió ser muy superficial y pasajero, pues repitió la amenaza a Noam Chomsky durante su programa "Firing Line" al año siguiente. Parafraseándose a sí mismo, más que riéndose de sí mismo, volvió a amenazar a un contertulio con pegarle "un puñetazo en la puta cara", y si bien esta vez fue con aire más socarrón, la broma en realidad escondía que dentro de Buckley había una detestable e incontenible tendencia al macarrismo.
TRAILER OFICIAL: https://www.youtube.com/watch?v=CzgfQvB2dvA
OTRA RESEÑA MÁS CRÍTICA: http://www.politico.com/magazine/story/2015/08/buckley-vs-vidal-the-real-story-121673
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