Durante el confinamiento me ha dado tiempo a ver bastantes series de TV. Algunas pendientes desde hacía tiempo y otras nuevas.
Hice un maratón de series de espionaje. Empezando por los clásicos de la BBC de los años 70 y 80 basados en novelas del escritor por antonomasia de la Guerra Fría: John Le Carre. Solo intenté leer un libro de Le Carre, y me pareció infumable, tenía un ritmo insoportable y una profusión de nombres que no lo hacían cómodo de leer. A las series clásicas de la BBC "Calderero, sastre, soldado, espía" y "La gente de Smiley", les pasa lo mismo en el terreno cinematográfico. Lo cual dice mucho sobre la fidelidad a las novelas, pero solo las recomiendo a los muy forofos del espionaje clásico.
Sin renunciar a la cadencia y sordidez propia de la Guerra Fría, y en particular de la URSS, hay series que hacen un mejor honor a mi gusto al género. Es el caso de las series de la HBO "The Sleepers" y "Chernobyl". Se trata de ese espionaje que no hace alarde de efectos especiales, ni armas de fuego ni carreras de coches. La acción se desarrolla en despachos, reuniones, escuchas, etc... Y las armas son la delación, las invitaciones y las cámaras fotográficas que necesitan un lento revelado que estira la tensión con la elegancia de un artesano. La serie "El Espía" de Netflix también puede caer en esta categoría, con el aliciente de estar basada en hechos reales.
Pero tampoco es estrictamente necesario evitar todo tipo acción. Hay buenos ejemplos de ello sin caer en los tópicos de James Bond o Jason Borne. "El Infiltrado", también basada en un libro de John Le Carre, contiene buenas dosis de adrenalina sin demasiada testosterona. Y otro tanto se podría decir de la serie "Condor", a la altura del peliculón de Sydney Pollack que en su momento protagonizaba Robert Redford.
"Homeland" y "The Americans", las vi muchos antes del COVID-19, pero sería imperdonable no mencionarlas como unas destacadas del género. Y en ese mismo rango, pero de Netflix, ha aparecido una inesperada y exitosa serie sueca que nos cuenta cómo es posible que jóvenes suecos se vayan a Siria para ayudar a los fanáticos de ISIS: la respuesta es muy creíble y está en "Kalifat".
Y si nos pasamos a otros géneros, recomendaría "El visitante", de una novela de Stephen King, que está hecha con una delicadeza inusual que te seduce desde el primer fotograma.
Pero para mí el gran descubrimiento ha sido "Big Little Lies", una de las que tenía apuntadas. No me podía perder una
producción tan importante que venía firmada por David E. Kelly, creador
de una de mis series favoritas ("El abogado"). Y efectivamente no me ha defraudado, por la perfecta narración de la historia, la profundidad de los personajes y la motivación para sumergirme en un mundo tan ajeno al mío. Muchos dicen que es una serie de mujeres y para mujeres. Sea lo que sea lo que eso quiera decir, lo cierto es que no contiene elementos que priven a cualquier buen paladar del cine de unos estupendos momentos frente a la pantalla.
Si lo que se busca es un empoderamiento femenino de mayor calado, irónico y socarrón, habría que ver la serie "Creedme", que no va de si tenemos que creer o no a una chica que dice haber sido violada, sino de la investigación policíaca llevada a cabo por mujeres que no dudan en darle la vuelta a la tortilla a tantos tópicos machistas que hay en el género policíaco.
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