He rescatado de mi vieja colección de "Producciones Porcinas Crespo", el material de la serie "Historia del Oriente Medio". Un magnífico ejemplo de como la televisión puede usarse para culturizar y no atontar. Su visionado requiere un esfuerzo, por supuesto, pero el resultado es tener la sensación de haber asistido a una clase de historia tan necesaria como interesante para comprender el contexto y antecedentes de todo lo que vemos en los telediarios actuales. Desde el siglo pasado hasta lo que aquí conocemos como I Guerra del Golfo (allí es la segunda), esta serie nos adentra en los juegos de poder e intereses geopolíticos de ese batiburrillo, a veces indescifrable, que constituye Oriente Medio.
CAPÍTULO 1.
Este capítulo explora la historia de Oriente Medio desde el cambio de siglo hasta la II Guerra Mundial.
Desde el principio Oriente Medio ha sido una creación de occidente como demuestran sus fronteras rectilíneas y sus nombres occidentalizados. Desde el final de la I Guerra Mundial occidente se repartió el pastel. Los británicos dieron forma y orden al movimiento árabe que ni siquiera era un país ni usaban la palabra Arabia, solo eran un conjunto de pueblos y tribus bajo el Imperio Otomano (Turquía). Los británicos armaron a los árabes e introdujeron el concepto de nación árabe, dándoles una identidad propia, y así consiguieron desestabilizar al Imperio Otomano que era aliado de Alemania en la Gran Guerra.
Una vez Turquía perdió, el concepto de nación árabe se volvió un problema incontrolable, ya que al mismo tiempo le habían prometido a los judíos su tierra prometida en Palestina por medio de la Declaración de Balfour en 1917. Los ganadores de la I Guerra Mundial se repartieron el botín y trataron de dividir todo el territorio de Oriente Medio en pequeños y controlables países.
Los británicos controlaban los territorios santos y decidieron aceptar la inmigración judía masiva cuando EEUU decidió no aceptar más inmigrantes judíos. Cuando los árabes protestaron, se empezaron a imponer cuotas a la inmigración judía, pero el movimiento sionista ya se había hecho fuerte en Palestina, y siguieron construyendo asentamientos tan rápido como pudieron, a la vez que atentaban contra Reino Unido por tratar de impedir la inmigración. Los británicos intentaron lidiar entre ambos bandos, pero estaban desacreditados por sus mentiras tras la Gran Guerra (desveladas al mundo por Lenin), y cuando conseguían algún acuerdo con los árabes, otros árabes liquidaban a los pactantes.
Durante la Primera Guerra Mundial los intereses de los judíos y Alemania confluyeron: por una parte Alemania estaba enfrentada a Rusia, y necesitaba a Turquía de su lado en el frente ruso. Por otra parte, los judíos detestaban el antisemitismo ruso y deseaban que los pueblos árabes (bajo dominio otomano) no se consolidasen como estados nación, pues les dificultaría su vuelta a tierra santa. Cuando los nazis subieron al poder, esta alianza se convertiría en genocidio a las puertas de la II Guerra Mundial, y la necesidad de huir de Alemania agravaría la situación de la inmigración judía a Palestina.
CAPÍTULO 2.
Examina los sucesos que tuvieron lugar durante la II Guerra Mundial, incluyendo la creación del estado de Israel en 1948.
Egipto e Irak, países que siempre tuvieron gobiernos títere occidentales fueron objeto de disputa en la II Guerra Mundial, pasando a ser finalmente de Reino Unido después de que los alemanes intentaran ganarlos para su causa nazi.
Asimismo, tras la I Guerra Mundial, Francia dominaba Líbano y Siria. Cuando Francia cayó en manos de los nazis, estos países pasaron a ser gobernados por el gobierno colaboracionista de Vichí, y por tanto un atractivo objetivo para los nazis y un potencial peligro para los aliados. Los aliados, junto a la Francia libre, invadieron Siria y Líbano y primero les dijeron a los árabes que eran libres, pero luego Charles De Gaulle reculó y dijo los franceses debían volver a gobernar estos países. Los árabes declararon la independencia pese a las objeciones francesas, y con el apoyo de los británicos y EEUU que estaban por la labor de acabar con el colonialismo.
El Libro Blanco de 1939 limitaba la migración judía en Palestina y prometía unas elecciones que ganarían por superioridad numérica los árabes. Los sionistas trataron de convencer a EEUU para su causa, y así luchar contra el Libro Blanco de Reino Unido que era quien gobernaba en Palestina. Pero tras el horror del Holocausto judío nadie se atrevió a contradecir a un pueblo masacrado, aunque usaran la inmigración ilegal masiva para colonizar por vía de hecho Palestina hasta casi un 1/3 de la población.
Los judíos tenían tres facciones paramilitares que practicaban un terrorismo feroz contra los árabes, y más tarde contra los británicos. A menudo los terroristas eran supervivientes del holocausto, hombres endurecidos a los que solo les importaba su causa. Mientras los británicos habían librado batallas contra el colonialismo en Europa y Asia, mantenía su dominio en Palestina. Pero no pudieron sostener mucho más tiempo esa contradicción, ni tampoco el terrorismo sionista que buscaba una limpieza étnica, ni el hecho de que los mismos británicos que habían liberado campos de concentración ahora tuvieran que encarcelar a las mismas víctimas de entonces, ni tampoco la creciente inmigración que se asentaba y construía asentamientos a una velocidad vertiginosa.
Egipto e Irak, países que siempre tuvieron gobiernos títere occidentales fueron objeto de disputa en la II Guerra Mundial, pasando a ser finalmente de Reino Unido después de que los alemanes intentaran ganarlos para su causa nazi.
Asimismo, tras la I Guerra Mundial, Francia dominaba Líbano y Siria. Cuando Francia cayó en manos de los nazis, estos países pasaron a ser gobernados por el gobierno colaboracionista de Vichí, y por tanto un atractivo objetivo para los nazis y un potencial peligro para los aliados. Los aliados, junto a la Francia libre, invadieron Siria y Líbano y primero les dijeron a los árabes que eran libres, pero luego Charles De Gaulle reculó y dijo los franceses debían volver a gobernar estos países. Los árabes declararon la independencia pese a las objeciones francesas, y con el apoyo de los británicos y EEUU que estaban por la labor de acabar con el colonialismo.
El Libro Blanco de 1939 limitaba la migración judía en Palestina y prometía unas elecciones que ganarían por superioridad numérica los árabes. Los sionistas trataron de convencer a EEUU para su causa, y así luchar contra el Libro Blanco de Reino Unido que era quien gobernaba en Palestina. Pero tras el horror del Holocausto judío nadie se atrevió a contradecir a un pueblo masacrado, aunque usaran la inmigración ilegal masiva para colonizar por vía de hecho Palestina hasta casi un 1/3 de la población.
Los judíos tenían tres facciones paramilitares que practicaban un terrorismo feroz contra los árabes, y más tarde contra los británicos. A menudo los terroristas eran supervivientes del holocausto, hombres endurecidos a los que solo les importaba su causa. Mientras los británicos habían librado batallas contra el colonialismo en Europa y Asia, mantenía su dominio en Palestina. Pero no pudieron sostener mucho más tiempo esa contradicción, ni tampoco el terrorismo sionista que buscaba una limpieza étnica, ni el hecho de que los mismos británicos que habían liberado campos de concentración ahora tuvieran que encarcelar a las mismas víctimas de entonces, ni tampoco la creciente inmigración que se asentaba y construía asentamientos a una velocidad vertiginosa.
Por eso Reino Unido le pasó la pelota a la ONU quien aprobó en una polémica resolución la partición del país. Una decisión que difícilmente se daría hoy en día (a favor de extranjeros minoritarios y en contra de nativos mayoritarios), una partición que los judíos celebraron y los árabes condenaron. Meses después, EEUU y Reino Unido dijeron que no se podía hacer la partición, y es que en el contexto de la guerra fría, querían aproximarse a los árabes para que no cayeran en manos soviéticas, y se olvidaron de los judíos. Pero en mayo de 1948 Reino Unido no pudo más y abandonó Palestina, entonces los judíos se apresuraron a declarar el estado de Israel, aún sin fronteras por definir, en apenas unas horas, y EEUU lo reconoció en 11 minutos. Israel fue atacado por todos los lados. El nuevo estado unificó su ejército y logró defenderse con tal éxito que logró un armisticio con todas las naciones árabes.
CAPÍTULO 3.
Se cubre la modernización de Egipto que hizo Nasser y los esfuerzos de Oriente Medio por deshacerse de la hegemonia británica.
En la década de 1950 Oriente Medio seguía siendo un territorio tutelado pero ahora el tutor era la nueva potencia EEUU. Transjordania consiguió Cisjordania y pasó a llamarse Jordania. Irán(antigua Persia) nunca fue parte de un imperio extranjero, tenía una dictadura militar (la dictadura del Sha de Persia) que simulaba ser una legítima monarquía, y pretendía ser moderna y occidentalizada. Los persas no son árabes, son mayoritariamente chiíes a diferencia del resto de países musulmanes y hablan otra lengua. Irán fue neutral, aunque simpatizaba con el Eje, y cuando no dejó pasar tropas aliadas por su territorio fue invadida por Reino Unido y URSS. La industria petrolera iraní estaba controlada por Inglaterra, y el Sha se ganó la fama de estar vendido a los intereses occidentales. Solo hasta que llegó al poder Mosaddeq se nacionalizó su petróleo y esto provocó sucesivas tensiones, en las que Mosaddeq entraba y salía del gobierno, según demandaba la política nacional. Sin embargo, incluso el Sha tuvo que salir del país, y cuando volvió para quedarse fue de la mano de EEUU que montó un golpe de estado afín a sus intereses: ahora los beneficios del petróleo se los repartían EEUU y Reino Unido. De esta manera, el Sha pasaría a ser un traidor, una marioneta de occidente. Pero el díscolo Mosaddeq serviría de ejemplo para otro político nacionalista en Egipto: Nasser.
Los británicos campaban a sus anchas por Egipto, y aunque no era parte del imperio británico, sus reyes, que ni siquiera eran egipcios sino turcos, eran leales a Reino Unido. Durante la Segunda Guerra Mundial los gobiernos de Egipto eran próximos a El Eje, y Reino Unido obligó a su rey a destituirlos. Esa humillación no la olvidaría el pueblo, y los radicales islámicos y los nacionalismos se alimentarían de esa humillación. Pronto un golpe de estado liderado por el nacionalista árabe Nasser quitó de en medio al rey y se declaró la república. Por primera vez Egipto tenía un líder egipcio, querido por el pueblo, con una visión autónoma de su destino y laico. Nasser nacionalizó tierras y procuró que los demás gobiernos árabes no estuvieran al servicio de la OTAN para acorralar a la URSS. Era un excelente orador que internamente era anti-comunista, pero también era anti-imperialista, y por tanto peligroso para EEUU y Reino Unido. Nasser se convirtió en un potencial peligro como lo pudo ser Hitler o Mussolini, que con su oratoria y actividad internacional se ganaba un papel protagonista frente a Occidente, primero declarando su neutralidad en la guerra fría, para luego más tarde aproximarse a China. Nasser negoció una financiación para construir la Presa de Aswan que supondría la modernización de Egipto. Cuando Occidente rehusó continuar con la financiación, Nasser decidió nacionalizar el Canal de Suez para financiar la presa. La batalla legal la ganó Nasser, pero pronto le salió otro frente: Israel estaba enfrentado a Egipto, y simuló un ataque a Egipto para darle a Francia y Reino Unido casus belli para tomar el canal (por medio de un tratado antiguo que decía que si Egipto era atacado por otro país del Oriente medio, se podría intervenir).
EEUU consintió primeramente, pero luego criticó a Reino Unido, quien a pesar de ganar la batalla militar, perdió la mediática, fortaleciendo a Nasser y debilitando a los líderes británicos, que eran vistos en su país como conspiradores contra Egipto y responsables de la falta de suministro de petróleo. La presa de Aswan terminó construyéndola la URSS, aunque nunca significó la modernización que se pensaba. El nasserismo potenció el nacionalismo árabe, y de ahí nació un nuevo y potente partido árabe, el Baaz, que dio un golpe de estado en Jordania, provocando que todos se alinearan en uno de los dos bandos en todo Oriente Medio: nacionalistas árabes contra monarquías pro-occidentales.
En la década de 1950 Oriente Medio seguía siendo un territorio tutelado pero ahora el tutor era la nueva potencia EEUU. Transjordania consiguió Cisjordania y pasó a llamarse Jordania. Irán(antigua Persia) nunca fue parte de un imperio extranjero, tenía una dictadura militar (la dictadura del Sha de Persia) que simulaba ser una legítima monarquía, y pretendía ser moderna y occidentalizada. Los persas no son árabes, son mayoritariamente chiíes a diferencia del resto de países musulmanes y hablan otra lengua. Irán fue neutral, aunque simpatizaba con el Eje, y cuando no dejó pasar tropas aliadas por su territorio fue invadida por Reino Unido y URSS. La industria petrolera iraní estaba controlada por Inglaterra, y el Sha se ganó la fama de estar vendido a los intereses occidentales. Solo hasta que llegó al poder Mosaddeq se nacionalizó su petróleo y esto provocó sucesivas tensiones, en las que Mosaddeq entraba y salía del gobierno, según demandaba la política nacional. Sin embargo, incluso el Sha tuvo que salir del país, y cuando volvió para quedarse fue de la mano de EEUU que montó un golpe de estado afín a sus intereses: ahora los beneficios del petróleo se los repartían EEUU y Reino Unido. De esta manera, el Sha pasaría a ser un traidor, una marioneta de occidente. Pero el díscolo Mosaddeq serviría de ejemplo para otro político nacionalista en Egipto: Nasser.
Los británicos campaban a sus anchas por Egipto, y aunque no era parte del imperio británico, sus reyes, que ni siquiera eran egipcios sino turcos, eran leales a Reino Unido. Durante la Segunda Guerra Mundial los gobiernos de Egipto eran próximos a El Eje, y Reino Unido obligó a su rey a destituirlos. Esa humillación no la olvidaría el pueblo, y los radicales islámicos y los nacionalismos se alimentarían de esa humillación. Pronto un golpe de estado liderado por el nacionalista árabe Nasser quitó de en medio al rey y se declaró la república. Por primera vez Egipto tenía un líder egipcio, querido por el pueblo, con una visión autónoma de su destino y laico. Nasser nacionalizó tierras y procuró que los demás gobiernos árabes no estuvieran al servicio de la OTAN para acorralar a la URSS. Era un excelente orador que internamente era anti-comunista, pero también era anti-imperialista, y por tanto peligroso para EEUU y Reino Unido. Nasser se convirtió en un potencial peligro como lo pudo ser Hitler o Mussolini, que con su oratoria y actividad internacional se ganaba un papel protagonista frente a Occidente, primero declarando su neutralidad en la guerra fría, para luego más tarde aproximarse a China. Nasser negoció una financiación para construir la Presa de Aswan que supondría la modernización de Egipto. Cuando Occidente rehusó continuar con la financiación, Nasser decidió nacionalizar el Canal de Suez para financiar la presa. La batalla legal la ganó Nasser, pero pronto le salió otro frente: Israel estaba enfrentado a Egipto, y simuló un ataque a Egipto para darle a Francia y Reino Unido casus belli para tomar el canal (por medio de un tratado antiguo que decía que si Egipto era atacado por otro país del Oriente medio, se podría intervenir).
EEUU consintió primeramente, pero luego criticó a Reino Unido, quien a pesar de ganar la batalla militar, perdió la mediática, fortaleciendo a Nasser y debilitando a los líderes británicos, que eran vistos en su país como conspiradores contra Egipto y responsables de la falta de suministro de petróleo. La presa de Aswan terminó construyéndola la URSS, aunque nunca significó la modernización que se pensaba. El nasserismo potenció el nacionalismo árabe, y de ahí nació un nuevo y potente partido árabe, el Baaz, que dio un golpe de estado en Jordania, provocando que todos se alinearan en uno de los dos bandos en todo Oriente Medio: nacionalistas árabes contra monarquías pro-occidentales.
CAPÍTULO 4.
Analiza las décadas de los años 1950 y 1960, incluyendo la Guerra Franco-argelina y otros procesos de independencia árabe.
Los pueblos de Oriente Medio fueron engañados por occidente, desde principios del siglo XX. Durante la I Guerra Mundial, les prometieron todo, a cambio de que se rebelasen contra el poder de entonces, el imperio turco, que se había asociado con Alemania. Tras la guerra las fuerzas victoriosas no cumplieron, ni con los árabes ni con los judíos, y tras el clima de guerra y terrorismo que reinaba en la Palestina gobernada por Reino Unido, llegó la Segunda Guerra Mundial, dando al traste con los planes para darle Palestina a los árabes.
Aún así, el legado de modernidad que Reino Unido dejó a Palestina, Francia a Argelia, e Italia a Libia fue considerable. Pero faltaba la independencia, y por eso el nasserismo se reprodujo en varios países árabes salvo en Jordania donde el rey pro-occidental resistía. Pero en los países del Magreb (Marruecos, Túnez, Libia y Argelia) hubo revoluciones de independencia. En Argelia fue más sangriento y difícil, porque no era una colonia francesa, sino que era territorio francés, con mucha población francesa que tenía privilegios y mantenía una discriminación abierta (los árabes tenían que rechazar el islam si querían votar en igualdad de condiciones con el resto de franceses). Cuando el FLN tomó las armas para invertir esto, los colonos franceses hicieron llegar a de Gaulle, del que creían que sería el único capaz de poner orden. Pero prometió un referéndum en el que ganó el FLN. Entonces los colonos se convirtieron en terroristas, aunque finalmente perdieron y Argelia fue independiente.
Durante los años 60 las potencias imperialistas como Francia fueron derrotadas y humilladas, y el mundo árabe cantaba una canción de independencia con música nacionalista. El nasserismo fue un buen aglutinador contra occidente, pero no fue tan cohesionador como pretendía entre las países árabes: las uniones Egipto/Siria y Jordania/Irak no duraron mucho.
Los pueblos de Oriente Medio fueron engañados por occidente, desde principios del siglo XX. Durante la I Guerra Mundial, les prometieron todo, a cambio de que se rebelasen contra el poder de entonces, el imperio turco, que se había asociado con Alemania. Tras la guerra las fuerzas victoriosas no cumplieron, ni con los árabes ni con los judíos, y tras el clima de guerra y terrorismo que reinaba en la Palestina gobernada por Reino Unido, llegó la Segunda Guerra Mundial, dando al traste con los planes para darle Palestina a los árabes.
Aún así, el legado de modernidad que Reino Unido dejó a Palestina, Francia a Argelia, e Italia a Libia fue considerable. Pero faltaba la independencia, y por eso el nasserismo se reprodujo en varios países árabes salvo en Jordania donde el rey pro-occidental resistía. Pero en los países del Magreb (Marruecos, Túnez, Libia y Argelia) hubo revoluciones de independencia. En Argelia fue más sangriento y difícil, porque no era una colonia francesa, sino que era territorio francés, con mucha población francesa que tenía privilegios y mantenía una discriminación abierta (los árabes tenían que rechazar el islam si querían votar en igualdad de condiciones con el resto de franceses). Cuando el FLN tomó las armas para invertir esto, los colonos franceses hicieron llegar a de Gaulle, del que creían que sería el único capaz de poner orden. Pero prometió un referéndum en el que ganó el FLN. Entonces los colonos se convirtieron en terroristas, aunque finalmente perdieron y Argelia fue independiente.
Durante los años 60 las potencias imperialistas como Francia fueron derrotadas y humilladas, y el mundo árabe cantaba una canción de independencia con música nacionalista. El nasserismo fue un buen aglutinador contra occidente, pero no fue tan cohesionador como pretendía entre las países árabes: las uniones Egipto/Siria y Jordania/Irak no duraron mucho.
CAPÍTULO 5.
Comienza con la Guerra de los Seis Días de 1967 y examina los hechos que llevaron a la Guerra del Golfo de los años 90.
La tensión con Israel siempre estuvo latente pues no se llegó a la paz, tan solo a treguas constantes. Cuando Nasser se hizo más fuerte y se rearmó estaba dispuesto a atacar a Israel, pero éste se le adelantó y acometió la guerra de los 6 días en 1967 con rotundo éxito: le quitó a Egipto el Sinaí, los Altos del Golán a Siria, y Cisjordania a Jordania. Estos pasaron a denominarse territorios ocupados y dejaron un mapa de Israel difícil de atacar geográficamente.
Los árabes optan por el terrorismo con la OLP a la cabeza. En 1973, Egipto y Siria atacaron Israel en su fiesta religiosa, fue la guerra del Yomki Pur. Fue una sorpresa pero Israel se repuso y mantuvo los territorios ocupados acercándose peligrosamente a las capitales de ambos países. Fue un momento peligroso durante la Guerra Fría, en la que ambas superpotencias apoyaron militarmente a los bandos implicados.
La OLP quiso presionar para que Israel devolviera los territorios ocupados, y usó el petróleo como arma, causando una recesión mundial. Egipto, pobre y sin petróleo, aceptó la derrota, y a cambio de la península del Sinaí en los acuerdos de Camp David reconoció al estado de Israel. Egipto se distanció de la URSS, quería la paz, pero su reconocimiento de Israel era un signo de debilidad que no perdonaban los musulmanes más radicales que asesinaron Sadat, sucesor de Nasser y firmante de los acuerdos de Camp David.
En Irán el fundamentalismo religioso cobró fuerza a partir de 1967, cuando el pueblo echó al Sha de Persia por ser visto como un títere de occidente que trataba de modernizar el país, pero bajo la tutela de EEUU. El nuevo líder iraní sería el clérigo Jomeini, que impondría le ley islámica. La crisis de la embajada de EEUU en Irán terminó con la carrera de Jimmy Carter. Irak (sunita como la mayoría de árabes) quiso contrarrestar la revolución chiíta que Jomeini hacía en Irán, y atacó a Irán iniciando la larga guerra de Irán-Irak.
La década de los 80 fue el tiempo en el que nacieron los grupos terroristas de Hezbolá y Hamás, así como la Intifada, una rebelión de civiles palestinos en los territorios ocupados que cogió por sorpresa a Israel y que se ganó la simpatía de la comunidad internacional.
Gadafi y Sadam Hussein fueron el lado oscuro del nasserismo, dictadores fascistas de la peor calaña, pero herederos de cierta modernidad secular que hacía que las mujeres pudieran trabajar y vestir como quisieran y que las lapidaciones o amputaciones estuviesen prohibidas.
La que en occidente conocemos como I Guerra del Golfo tuvo lugar cuando Saddam atacó Kuwait, y el mundo árabe casi unánimemente se puso del lado de Kuwait y EEUU. Aunque no se vió con buenos ojos el hecho de que tropas no musulmanas entrarán en en territorio santo, los EEUU fueron los únicos capaces de detener a Saddam e impedir que Israel participara en la guerra (a pesar de estar siendo atacado por Irak), lo cual habría supuesto la ruptura de la alianza árabe contra Saddam.
La tensión con Israel siempre estuvo latente pues no se llegó a la paz, tan solo a treguas constantes. Cuando Nasser se hizo más fuerte y se rearmó estaba dispuesto a atacar a Israel, pero éste se le adelantó y acometió la guerra de los 6 días en 1967 con rotundo éxito: le quitó a Egipto el Sinaí, los Altos del Golán a Siria, y Cisjordania a Jordania. Estos pasaron a denominarse territorios ocupados y dejaron un mapa de Israel difícil de atacar geográficamente.
Los árabes optan por el terrorismo con la OLP a la cabeza. En 1973, Egipto y Siria atacaron Israel en su fiesta religiosa, fue la guerra del Yomki Pur. Fue una sorpresa pero Israel se repuso y mantuvo los territorios ocupados acercándose peligrosamente a las capitales de ambos países. Fue un momento peligroso durante la Guerra Fría, en la que ambas superpotencias apoyaron militarmente a los bandos implicados.
La OLP quiso presionar para que Israel devolviera los territorios ocupados, y usó el petróleo como arma, causando una recesión mundial. Egipto, pobre y sin petróleo, aceptó la derrota, y a cambio de la península del Sinaí en los acuerdos de Camp David reconoció al estado de Israel. Egipto se distanció de la URSS, quería la paz, pero su reconocimiento de Israel era un signo de debilidad que no perdonaban los musulmanes más radicales que asesinaron Sadat, sucesor de Nasser y firmante de los acuerdos de Camp David.
En Irán el fundamentalismo religioso cobró fuerza a partir de 1967, cuando el pueblo echó al Sha de Persia por ser visto como un títere de occidente que trataba de modernizar el país, pero bajo la tutela de EEUU. El nuevo líder iraní sería el clérigo Jomeini, que impondría le ley islámica. La crisis de la embajada de EEUU en Irán terminó con la carrera de Jimmy Carter. Irak (sunita como la mayoría de árabes) quiso contrarrestar la revolución chiíta que Jomeini hacía en Irán, y atacó a Irán iniciando la larga guerra de Irán-Irak.
La década de los 80 fue el tiempo en el que nacieron los grupos terroristas de Hezbolá y Hamás, así como la Intifada, una rebelión de civiles palestinos en los territorios ocupados que cogió por sorpresa a Israel y que se ganó la simpatía de la comunidad internacional.
Gadafi y Sadam Hussein fueron el lado oscuro del nasserismo, dictadores fascistas de la peor calaña, pero herederos de cierta modernidad secular que hacía que las mujeres pudieran trabajar y vestir como quisieran y que las lapidaciones o amputaciones estuviesen prohibidas.
La que en occidente conocemos como I Guerra del Golfo tuvo lugar cuando Saddam atacó Kuwait, y el mundo árabe casi unánimemente se puso del lado de Kuwait y EEUU. Aunque no se vió con buenos ojos el hecho de que tropas no musulmanas entrarán en en territorio santo, los EEUU fueron los únicos capaces de detener a Saddam e impedir que Israel participara en la guerra (a pesar de estar siendo atacado por Irak), lo cual habría supuesto la ruptura de la alianza árabe contra Saddam.
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