En la mejor tradición de la divulgación científica, el programa de TVE "El cazador de cerebros", no solo cumple su labor divulgadora, sino que transmite un buen rollo comparable al que provocaba Eduardo Punset con su famoso "Redes". No en vano, su presentador, Pere Estupinyà, fue guionista de Redes. Pero ahora, "el cazador de cerebros" aprovecha mejor el tiempo en antena, y prima el número de aportaciones de sus invitados por encima de las divagaciones de su conductor. El resultado es el mejor programa de TVE, y posiblemente también de España.
El programa también me genera una sensación de agradecimiento en un doble sentido. En primer lugar por informarme y hacerme un poco más culto, más consciente del mundo en el que vivo, o en el que puedo llegar a vivir. Esa función didáctica es de agradecer, o al menos de premiar, sobre todo si lo entendemos como una gestión eficiente de nuestros impuestos, pues se trata de televisión pública. Puede que fuera obligación de TVE hacerlo bien, pero como no estoy acostumbrado a tan buen resultado, yo lo agradezco.
Y en segundo lugar, hay un agradecimiento porque me despierta la complicidad que todos deberíamos sentir con los que trabajan y han trabajado en el pasado para mejorar nuestras vidas. Hay una frase de Albert Einstein que expresa muy bien lo que quiero decir:
"Me recuerdo cien veces al día que mi vida interior y exterior dependen del trabajo de otros hombres, vivos y muertos, y que debo esforzarme para dar en la misma medida en que he recibido y sigo haciéndolo."
Esa conexión que me une a un mundo pasado de trabajo bien hecho, y a otro mundo futuro de esperanza e ilusión, me provoca emociones incontenibles. Supongo que es lo más parecido a una experiencia religiosa que yo haya podido tener. Darwin lo llamaba sensación de sublimidad. Si el cazador de cerebros, junto con otros programas de divulgación científica (como Entre Probetas, A hombros de gigantes, El mundo cuando ya no esté, HOPE y muchos otros) consiguen arrancarme lágrimas de admiración, yo no puedo sino sentirme agradecido.
Y a diferencia de otros programas de telebasura, lo hacen sin apelar a mi sensiblería ni a mis más bajos instintos, sin zafiedad ni bajeza moral, sino culturizándome, humizándome y mostrándome los mejores cerebros (en vez de los más descerebrados). ¿Cómo no sentirse agradedido por este trabajo que me regalan cada día, online y gratis? ¿Qué mejor ejemplo de que es posible una "caja lista", además de entretenida?... ¡¿qué más puedo pedir como telespectador?!
"El cazador de cerebros" se emite en la 2 de TVE, los sábados a las 20:00. Aunque todos sus episodios se pueden ver online y/o en el móvil gracias al servicio de televisión a la carta que tiene TVE.
El siguiente extracto pertenece a un capítulo especial, no necesariamente el mejor o el más sorprendente, ya que todos son fascinantes a su modo. Es especial por la importancia del asunto tratado, el cambio climático. Y también es especial porque nos muestra como el corazón de una científica de hierro, comprometida hasta el tuétano con su trabajo, se quiebra ante las cámaras y ante el muro de la indiferencia con el que se topa día a día. Programas como éste, que nos hacen saber de la existencia de personas como Christiana Figueres, justifican de por sí el gasto en la televisión pública.
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