Para
celebrar que mi canal de Youtube spanishexplorer74 ha conseguido 1000 suscriptores, he
rescatado de mis archivos un documental incunable, al menos
en castellano.
El programa Horizon, perteneciente a la BBC, abordó tres veces el caso de este niño al que se crió y se operó para que fuese una niña. La primera vez fue en 1976 ("Adam and Eve"), la segunda en 2000 ("El niño que fue transformado en niña), y la tercera en 2004 ("El Dr. Money y el niño sin pene").
El programa Horizon, perteneciente a la BBC, abordó tres veces el caso de este niño al que se crió y se operó para que fuese una niña. La primera vez fue en 1976 ("Adam and Eve"), la segunda en 2000 ("El niño que fue transformado en niña), y la tercera en 2004 ("El Dr. Money y el niño sin pene").
Brenda Reimer |
El caso sorprende,
indigna y entristece a partes iguales. Se trata de la historia de un niño
pequeño que perdió el pene en una operación. Según algunas teorías, en boga allá por los años 60 y 70 del siglo XX, los niños menores de dos
años que eran hermafroditas (intersexuales, nacidos tantos con genitales
masculinos como femeninos), podían ser operados para borrar los rasgos
de un sexo y dejar que el otro fuese el preponderante. De esta manera se
les daría cabida en la dualidad hombre-mujer, así como una
oportunidad de ser más felices.
John Money |
Pero
el Dr. Money no era un loco que había ingeniado esas ocurrencias de la
noche a la mañana. Todo venía de muy atrás, y es necesario hacer una
recapitulación para entender bien el contexto científico y filosófico
que rodea al caso.
ANTECEDENTES FILOSÓFICOS: LAS FRONTERAS QUE NOS IMPEDÍAN CAMBIAR
Desde el principio de los tiempos, los poderosos han apelado a justificaciones divinas para ostentar sus cargos, y de este modo, el que osara cuestionar su posición de poder debería también asumir que estaba cuestionando el orden divino.
Desde el principio de los tiempos, los poderosos han apelado a justificaciones divinas para ostentar sus cargos, y de este modo, el que osara cuestionar su posición de poder debería también asumir que estaba cuestionando el orden divino.
"Los duques de Osuna y sus hijos" de Goya. |
Cuando
la ciencia entró en acción, resultó que la sangre servía para
transportar los glóbulos rojos y contenía mucha información, pero
ninguna justificaba el poder de unos sobre otros.
La ciencia vino a derribar todas esa barreras fabricadas al margen del
conocimiento, y con intenciones espurias. Ahora resultaba que la
naturaleza no servía a la desigualdad, sino a la igualdad. Todos eramos
iguales, los que nos hacían desiguales eran los reyes y los imperios. Nuestras diferencias eran constructos político-sociales.
Pero
algunos, azuzados por ese espíritu de liberación que les trajo la
ciencia, se tomaron tan literalmente lo de la igualdad, que cualquier
desigualdad menor les molestaba profundamente. La igualdad se había
convertido en una diosa y la correción política acababa de nacer. De
este modo, las únicas diferencias que se aceptaban eran las que
provenían de la cultura. Todos y todas podíamos aspirar a ser lo que
quisiéramos, todo dependía de la voluntad y de los medios que se nos
ofreciesen. Sugerir que podían existir ciertas limitaciones innatas era
una herejía. El mero hecho de estudiar diferencias entre los seres
humanos se llegó a ver como una sospechosa actitud que, a la postre,
podría ser usada contra la igualdad.
La misma ciencia que nos abrió los horizontes, ahora parecía arrepentirse y establecer algunas incómodas fronteras. Independientemente de que la ciencia pueda emplearse para bien o para mal, como toda creación humana, lo cierto es que citando a Peter Singer: "La igualdad es una idea moral, no la afirmación de un hecho." Esto es, que depende de nosotros lo que hagamos con los resultados de la ciencia, pero no debemos condicionar ni censurar un trabajo científico que arroje diferencias entre hombres y mujeres solo por el temor a que se pueda usar para discriminar.
EL VIEJO DEBATE: INNATO O ADQUIRIDO
Esta polarización llegó al mundo de la ciencia donde cuajó en los viejos debates entre genética o cultura, adquirido o heredado.
¿Nacemos diferentes y/o nos hacen diferentes? |
La cuestión nunca fue pacífica, ni siquiera entre la comunidad científica, cuyos miembros caían en los mismos sesgos políticos y culturales que el resto del mundo. La sociobiología, y su impulsor E. O. Wilson, fueron acusados de ser unos desalmados darwinistas sociales, y se crearon facciones de izquierdas y de derechas que negaban respectivamente los factores innatos o culturales. La polémica todavía da algunos coletazos de vez en cuando, como en el asunto de las razas.
El origen de las diferencias humanas |
En
la década pasada Steven Pinker publicó un ensayo titulado, "La tabla rasa: la negación moderna de la naturaleza humana", cuyo elocuente
título lo dice todo:
"Mi objetivo en este libro no es defender que los genes lo son todo y la cultura no es nada -nadie cree tal cosa-, sino analizar por qué la postura extrema -la de que la cultura lo es todo- se entiende tan a menudo como moderada, y la postura moderada -a saber: que en la mayoría de los casos la explicación correcta surgirá de una interacción compleja entre herencia y ambiente- se ve como extrema".
LA TEORÍA DE GÉNERO TIENE MUY POCO (O NADA) QUE VER CON ESTE CASO.
El documental "El niño que fue transformado en niña" muestra no solo lo errónea que fue la ciega apuesta por la tabla rasa, sino también lo trágico que resultó para el niño que sirvió de cobaya humana (recordemos que Bruce no era intersexual, tan solo perdió el pene en una operación, y todavía hay quien defiende la eficacia de la reasignación quirúrgica del sexo).
Los roles de género, ¿innatos o culturales? |
Y en sentido inverso, que exista efectivamente una construcción social, artística, religiosa, etc... de lo que debe ser, y cómo se debe comportar una mujer, no implica que la naturaleza no tenga nada que decir en cuanto cómo son y cómo se comportan las mujeres.
A menudo, el caso de David Reimer se presenta como una prueba en contra de la teoría de género, ya sea por inexacta o por malévola. Se pueden encontrar en Internet múltiples comentarios en ese sentido, los cuales están sesgados claramente por un conservadurismo que solo pretende rendir cuentas con algunos enemigos ideológicos, como el feminismo y otras aproximaciones sociológicas que cuestionan consensos culturales. Desde esta óptica conservadora se prefiere la terminología "ideología feminista" o "ideología de género", para sugerir que son opciones políticamente sesgadas. Algo que, por otra parte, resulta tan obvio como que la igualdad ante la ley es un concepto construido por el ser humano, pero no por eso lo llamamos "ideología de la igualdad".
Pero, salvo que queramos caricaturizar la teoría feminista o la teoría de género, ninguna de ellas llegó nunca a afirmar que cualquier niño puede ser transformado en niña. Eso fue un invento de una versión extrema del conductismo que John Money llevó a la práctica, con la firme y anti-científica determinación de probar sus teorías y sesgos políticos por encima de las pruebas.
Asumir que el caso de Bruce-Brenda-David Reimer demuestra que el feminismo o la teoría de género son erróneas, es equivalente a asumir que el caso del hombre de Piltdown demuestra que la teoría de la evolución no puede funcionar, o que las teorías racistas deben ser ciertas porque se sustentan en diferencias existentes entre las razas.
La teoría de género, también cuenta entre sus filas con teóricos/as cuyas hipótesis pueden ser tan creativas como delirantes (como probablemente toda disciplina académica, especialmente en las humanidades). Ello no resta valor al grueso del movimiento, ni a los análisis que trascienden lo meramente académico para asentarse sólidamente en la política. Todo ello es opinable y dependerá del caso, pero es muy posible que algunos excesos del feminismo hayan propiciado un rechazo tan visceral de sus virtudes por algunos sectores retrógrados. Pero negar que la cultura tiene algo que decir, o incluso imponer, en los roles que desempeñamos socialmente como hombres o mujeres, es tan necio como negar lo contrario (que la biología tenga algo que decir, o incluso imponer, al respecto).
Pero, salvo que queramos caricaturizar la teoría feminista o la teoría de género, ninguna de ellas llegó nunca a afirmar que cualquier niño puede ser transformado en niña. Eso fue un invento de una versión extrema del conductismo que John Money llevó a la práctica, con la firme y anti-científica determinación de probar sus teorías y sesgos políticos por encima de las pruebas.
David Reimer, como finalmente quiso vivir, tras pasar de Bruca a Brenda, y de Brenda a David. |
Asumir que el caso de Bruce-Brenda-David Reimer demuestra que el feminismo o la teoría de género son erróneas, es equivalente a asumir que el caso del hombre de Piltdown demuestra que la teoría de la evolución no puede funcionar, o que las teorías racistas deben ser ciertas porque se sustentan en diferencias existentes entre las razas.
La teoría de género, también cuenta entre sus filas con teóricos/as cuyas hipótesis pueden ser tan creativas como delirantes (como probablemente toda disciplina académica, especialmente en las humanidades). Ello no resta valor al grueso del movimiento, ni a los análisis que trascienden lo meramente académico para asentarse sólidamente en la política. Todo ello es opinable y dependerá del caso, pero es muy posible que algunos excesos del feminismo hayan propiciado un rechazo tan visceral de sus virtudes por algunos sectores retrógrados. Pero negar que la cultura tiene algo que decir, o incluso imponer, en los roles que desempeñamos socialmente como hombres o mujeres, es tan necio como negar lo contrario (que la biología tenga algo que decir, o incluso imponer, al respecto).
Esta trágica historia termina con el suicidio de ambos hermanos gemelos. Quizás la frase que a modo de epílogo resume mejor la cuestión es: "Ni tan libres, ni tan racionales", a la sazón subtítulo del libro "El amor desde la psicología social", de Carlos Yela, una magnífica obra que analizaba los mitos románticos desde la psicología social. Aunque más concretamente sobre el caso que nos ocupa, fue Matt Ridley, conocido de mi otro blog,
el que hizo visible para el gran público esta historia. Ridley publicó en su libro "Genoma" (2000) algunos datos del fraude de John Money, y concluía muy
acertadamente:
“La gente común siempre ha sabido que la educación es importante, pero siempre ha creído igualmente en cierta capacidad innata. Son los expertos los que han adoptado posturas extremas”
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