A veces vemos noticias sobre Oriente Medio de las que solo somos capaces de extraer una impresión inmediata y superficial. Eso es porque a menudo desconocemos la historia, nos queda muy lejana.
Esta serie documental de Jihan El Tahri (una de las mejores cineastas independientes de nuestro tiempo) cuenta la historia reciente de Egipto: las luchas intestinas, las traiciones, la represión, el desencanto y paciencia de un pueblo, las tensas relaciones con los radicales religiosos, etc... Todo ello es pieza clave para comprender las noticias del laberinto en que se ha convertido Oriente Medio, y que apenas entendemos.
¿Qué pensaría un extraterrestre de las manifestaciones del 15-M si no supiera nada de la crisis o la corrupción en España? ¿Qué pensaría de una manifestación gay si ignora la historia de discriminación contra los homosexuales? La ignorancia hace que lo metas todo en el mismo saco y que trates a todo un país (o incluso una región como Oriente Medio), como una masa uniforme, cuando en realidad son tan variopintos como cualesquiera otros.
Afortunadamente la ignorancia tiene remedio, solo hay que molestarse un poco en profundizar. Si te interesa el tema, esta serie te ayudará a vaciar el saco de la historia de Egipto, y así distinguir a sus actores y sus tiempos. La próxima vez que veas un noticia sobre Egipto, o sobre Oriente Medio, lo verás bajo un prisma diferente. A menos que prefieras seguir viéndolo desde una óptica simplificadora, pero entonces ya no será un problema de ignorancia.
EPISODIO 1. NASSER
Nasser
era el número dos de una revolución popular que echó a un dictador,
el rey Faruk, el cual permitía la ocupación británica.
El número uno de esa revolución fue Naguib. Naguib pretendía un gobierno que imitase el sistema de partidos que había en Occidente, mientras que Nasser quería ampliar la revolución hasta ser totalmente independiente de Occidente. Nasser siempre quiso un Egipto laico, aunque toleraba ciertas cotas de poder de Los Hermanos Musulmanes, pues representaban un gran movimiento popular que no podía despreciar. Naguib, en cambio, creía que a los Hermanos Musulmanes les correspondía tener más poder, mantenía contactos secretos con ellos y cuestionaba que el ejército pudiese perpetuarse en el poder más allá de lo necesario.
El pueblo estaba dividido entre el número uno y el dos, pero un atentado contra Nasser terminó por darle el empujón que necesitaba. Una vez en el poder, intentó ganarse la simpatía de EEUU, un país que en teoría rechazaba el colonialismo británico, con la intención de que les ayudase a construir una megaconstrucción que modernizaría Egipto: la presa de Asúan. EEUU finalmente no apoyó la construcción de la presa, y ante la falta de financiación Nasser nacionalizó el canal de Suez.
Tres países atacaron a Egipto para recuperar el canal. Francia y Reino Unido conspiraron junto a Israel para frenar a Nasser, pero éste repelió la agresión y consiguió echar definitivamente a los británicos. Ahora miraría hacia la URSS para construir su presa.
Nasser se volvería más temeroso de sufrir un golpe de estado, y sería implacable con la disidencia de Los Hermanos Musulmanes, los cuales no tardarían en radicalizarse de la mano de Sayid Qutb, el mártir que décadas más tarde serviría de inspiración a AlQaeda. Mientras tanto, Nasser, obsesionado con recuperar las tierras ocupadas por Israel ataca a este país, no solo perdiendo militarmente, sino también políticamente. Su socialismo empezó a cuestionarse al mismo tiempo que decaía su liderazgo anti-imperialista en el mundo. La derrota fulminante hizo que Nasser dimitiese, pero el pueblo salió a las calles para obligarlo a quedarse. No lo haría por mucho tiempo, ya que para justificar la derrota ante Israel montó un juicio contra algunos militares que fue bastante impopular.
La gente no quería ajustarle cuentas al ejército, y de ahí estalló toda la oposición contenida a la dictadura que Nasser había impuesto. La disidencia no aguantaba más y los estudiantes se manifestaron contra Nasser por primera vez. Las demandas de libertad estallaban en las calles cuando Nasser moría en su cama.
Nasser fue querido incluso hasta sus últimos momentos. Recibió uno de los funerales más multitudinarios de la historia, incluso habiendo muerto en su peores momentos políticos. No sería la primera ni la última vez que un dictador era aclamado por su pueblo, identificándose con un libertador que les dió identidad nacional e independencia, pero también trajo pobreza, dictadura y promesas incumplidas de modernización. El legado de Nasser: ¿Héroe o villano? ¿Revolucionario o faraón? Probablemente todo ello sea cierto.
El número uno de esa revolución fue Naguib. Naguib pretendía un gobierno que imitase el sistema de partidos que había en Occidente, mientras que Nasser quería ampliar la revolución hasta ser totalmente independiente de Occidente. Nasser siempre quiso un Egipto laico, aunque toleraba ciertas cotas de poder de Los Hermanos Musulmanes, pues representaban un gran movimiento popular que no podía despreciar. Naguib, en cambio, creía que a los Hermanos Musulmanes les correspondía tener más poder, mantenía contactos secretos con ellos y cuestionaba que el ejército pudiese perpetuarse en el poder más allá de lo necesario.
El pueblo estaba dividido entre el número uno y el dos, pero un atentado contra Nasser terminó por darle el empujón que necesitaba. Una vez en el poder, intentó ganarse la simpatía de EEUU, un país que en teoría rechazaba el colonialismo británico, con la intención de que les ayudase a construir una megaconstrucción que modernizaría Egipto: la presa de Asúan. EEUU finalmente no apoyó la construcción de la presa, y ante la falta de financiación Nasser nacionalizó el canal de Suez.
Tres países atacaron a Egipto para recuperar el canal. Francia y Reino Unido conspiraron junto a Israel para frenar a Nasser, pero éste repelió la agresión y consiguió echar definitivamente a los británicos. Ahora miraría hacia la URSS para construir su presa.
Nasser se volvería más temeroso de sufrir un golpe de estado, y sería implacable con la disidencia de Los Hermanos Musulmanes, los cuales no tardarían en radicalizarse de la mano de Sayid Qutb, el mártir que décadas más tarde serviría de inspiración a AlQaeda. Mientras tanto, Nasser, obsesionado con recuperar las tierras ocupadas por Israel ataca a este país, no solo perdiendo militarmente, sino también políticamente. Su socialismo empezó a cuestionarse al mismo tiempo que decaía su liderazgo anti-imperialista en el mundo. La derrota fulminante hizo que Nasser dimitiese, pero el pueblo salió a las calles para obligarlo a quedarse. No lo haría por mucho tiempo, ya que para justificar la derrota ante Israel montó un juicio contra algunos militares que fue bastante impopular.
La gente no quería ajustarle cuentas al ejército, y de ahí estalló toda la oposición contenida a la dictadura que Nasser había impuesto. La disidencia no aguantaba más y los estudiantes se manifestaron contra Nasser por primera vez. Las demandas de libertad estallaban en las calles cuando Nasser moría en su cama.
Nasser fue querido incluso hasta sus últimos momentos. Recibió uno de los funerales más multitudinarios de la historia, incluso habiendo muerto en su peores momentos políticos. No sería la primera ni la última vez que un dictador era aclamado por su pueblo, identificándose con un libertador que les dió identidad nacional e independencia, pero también trajo pobreza, dictadura y promesas incumplidas de modernización. El legado de Nasser: ¿Héroe o villano? ¿Revolucionario o faraón? Probablemente todo ello sea cierto.
EPISODIO 2:
SADAT
Sadat, vicepresidente con Nasser, hereda el poder a la
muerte de éste, pero no creía en el proyecto socialista ni en recuperar las
tierras ocupadas por Israel. Los ministros de Nasser recelaban de Sadat, pero
éste pronto se los quita de en medio y proclama que nace un nuevo periodo de
libertad y capitalismo.
Sin embargo, se encuentra con la oposición de los
estudiantes de las ciudades que piden la reanudación de la guerra con Israel y
ven la nueva política de Sadat como una traición a la revolución de 1952.
Entonces, Sadat anima a los estudiantes islamistas que venían del campo a que
echen a los otros estudiantes que controlaban la universidad, y con la ayuda de
las fuerzas del orden lo consiguen.
Pero lo que consigue en la universidad no lo consigue en el
país. En un principio libera a los enemigos de Nasser, los Hermanos Musulmanes,
con la esperanza de controlarlos para su beneficio, pues ellos tampoco querían ir
a la guerra contra Israel. Consideraban que la guerra se volvería a perder a
menos que la sociedad y el estado abandonasen la laicidad y abrazasen el islam.
Pronto los Hermanos Musulmanes se dividen, y algunos optan por la vía armada
para conseguir sus objetivos.
Sadat no puede contener más tiempo al ejército y ataca a
Israel en el Yom Kippur. Pero es una guerra limitada, sin intención de
prolongarse o ni siquiera vencer; Sadat sabía que eso era imposible, pero al menos saldría
de la humillación y demostraría que Israel no era intocable. Los EEUU
intervienen para pacificar la zona, y Sadat aprovecha para implementar su
proyecto capitalista bajo el paraguas de EEUU.
El resultado fue una
gran desigualdad social, unos pocos se beneficiaban mientras la mayoría se empobrecía. Los precios de productos básicos subían y "la revuelta
del pan" tuvo que ser contenida por el ejército.
En el frente religioso se le abría otra brecha a Sadat.
Muchos egipcios emigraron a Arabia
Saudí, donde el salafismo impregnaba a los emigrantes, y cuando estos
regresaban a Egipto importaban una versión del islam radical, el wahabismo. Uno
de los Hermanos Musulmanes que Sadat liberó, Chukry, se había radicalizado en
la cárcel y dirigió una organización terrorista inspirada en Qutub:
"Anatema y Exilio". Tras ser ejecutado se convertiría en otro mártir
más al que los terroristas islamistas podían imitar.
En ese contexto Sadat
firma los Acuerdos de Camp David, y decide reconocer el Estado de Israel a
cambio de que le devolviesen las tierras ocupadas. Esto supuso que el resto de
países árabes rompieran relaciones con Egipto, y mucho ciudadanos egipcios lo
vieran como una traición, política y religiosa, a las luchas que habían
mantenido con su enemigo desde generaciones. Sin embargo, los Hermanos Musulmanes,
seguían fieles al pacto que los había liberado, y guardaron silencio.
Cuando la URSS invadió Afganistán, Egipto mandó a yihadistas a frenar a los soviéticos (ordenado por
EEUU, pero también para calmar la presión islamista interior), pero allí en el frente se
formaría el huevo de la serpiente de AlQaeda. Mientras tanto, Sadat, para
frenar la amplia oposición popular a los acuerdos de Camp David, encierra a
1500 personalidades de Egipto, de toda condición, clase o religión, que se oponían
a sus planes políticos. Y allí se fragua el atentado que acabaría con su vida,
con los yihadistas entrenados militarmente en Afganistán.
Sadat quiso la paz con Israel, y un sistema capitalista con
libertades civiles, pero al igual que su predecesor Nasser, no encontró otra
manera para ejecutar sus planes que la represión. A diferencia de Nasser, Sadat
quería ser un presidente piadoso, y trató con mano blanda a los islamistas
políticos, que no solo se volvieron en su contra, sino que tratarían de imponer
su fundamentalismo religioso en el resto del mundo.
EPISODIO 3:
MUBARAK
Mubarak siempre buscó la estabilidad, una de cal y otra de arena, un equilibrio que le permitiese un día más en el poder. Por eso liberó a las 1500
personas que encerró su antecesor, al tiempo que mantenía la cooperación con
EEUU. Los Hermanos Musulmanes, que seguían prohibidos por ley, se presentaron a
las elecciones mediante una alianza contranatura con los liberales laicos. Era
la primera vez que la Hermandad Musulmana obtenía representación parlamentaria,
pero no la suficiente para aprobar leyes, y eso causó frustración entre algunos
de sus miembros que optaron por ir a hacer la guerra santa fuera de Egipto.
Mubarak incluso daba dinero para ello, pues le convenía que se fueran a
Afganistán, así complacía a EEUU que apoyaba a los muyahidines en Afganistán
contra la URSS.
Cuando Sadam invade Kuwait, Egipto se implica de lleno del
lado de EEUU, y éste le perdona la deuda
externa. A cambio abrirá Egipto a la privatización de muchos sectores,
creciendo económicamente, pero olvidando a las clases populares que se
empobrecían mientras veían artículos de
lujo en los escaparates. Mubarak estaba repitiendo los errores de Sadat, y las
empresas asociadas al ejército egipcio que tradicionalmente se llevaban todos
los contratos, veían con recelo a sus nuevos
competidores. Mubarak intentaba calmar a unos y a otros, para mantener un
equilibrio que le permitiese más tiempo para seguir en el poder.
Cuando sucedía alguna calamidad, como algún terremoto, los
únicos hospitales en condiciones de reaccionar eran los de los Hermanos
Musulmanes. El Estado hizo dejación de sus funciones, y los Hermanos Musulmanes
lo suplieron socorriendo a la población con su red asistencial para los más
pobres. El Estado reconoce ese mérito y tiene la oportunidad de recuperar al
sector islamista que había renunciado a la violencia. Pero en ese tiempo
estaban volviendo de Afganistán los yihadistas, y se los persigue sin tregua.
Estos reaccionan con más atentados, hasta que el atentado del autobús en Luxor
en 1997, con 62 turistas muertos y muy mala prensa internacional, parece hacer
recapacitar incluso a los más radicales.
El ejército ya desconfiaba de todos los islamistas, incluidos
los Hermanos Musulmanes que parecían menos radicales que su escisión, Al-Gama'a
al-Islamiyya, y estaba decidido a combatirlos a todos. Entonces, tras el 11S,
la barrera entre unos islamistas y otros se difumina. Mubarak sigue prestando
todo apoyo a EEUU, y ahora permite el transporte a territorio egipcio de
sospechosos de terrorismo para que sean torturados e interrogados de parte de
EEUU.
Mubarak planea en secreto la sucesión en su hijo Gamal, algo
que no gusta al ejército. Gamal pretendía una apertura política y económica más
en sintonía con los jóvenes egipcios que ahora tenían acceso al mundo exterior,
gracias a las antenas parabólicas e Internet. Pero los beneficiados de esta
sucesión eran los empresarios próximos al régimen, y el ejército y la sociedad
lo ven como un regreso a las sucesiones monárquicas.
Tras arrestar al único que se atrevió a presentarse a su
cargo (Ayman Nour), Mubarak cedió a las presiones externas e internas que
demandaban más democracia, y dejó que los Hermanos Musulmanes se presentaran. Y
estos obtuvieron 88 escaños. Sin embargo, en las siguientes pasaron de 88 a
cero escaños. El fraude electoral ya era demasiado obvio y, junto con casos de
violencia policial y una corrupción insoportable, las masas se dirigen sin miedo
hacia la plaza Tahir, dando la bienvenida a la primavera árabe en Egipto el día
25 de Enero de 2011.
Denunciaban a su último faraón, Mubarak, como miembro de una
dinastía militar que llevaba prometiendo un futuro mejor para los egipcios
desde hacía más de 60 años.
****
Como EXTRAS a
esta colección recomiendo dos vídeos.
El primero es
un vídeo que desde hace unos cinco años más o menos, circula en Youtube. Se
trata de un vídeo de Nasser, en el que se mofa del
fundamentalismo islamista. Si comprendemos aquellos tiempos en que los
musulmanes podían reirse de los islamistas, podremos comprender el contraste de
estos tiempos donde ahora los islamistas matan a musulmanes a los que
consideran infieles. Sus relaciones con Occidente, la represión interna, la
manipulación del movimiento islamista, etc... la historia del Egipto moderno, donde
se fraguó buena parte del componente intelectual del islamismo político, está
magníficamente explicado con todo lujo de detalles en esta serie emitida por el
canal francés ARTE, y cuya autora (Jihan el Tahri) estuvo cinco años dedicada a su realización.
(Hay varias versiones
de este vídeo en Youtube, algunas en francés y otras en inglés. La que está en
castellano solo cubre una parte del discurso, y se basa en una versión inglesa.
He seguido mayormente la versión francesa por parecerme más verosimil, aunque
no puedo decir si es realmente más fiel al original porque no hablo árabe.)
El segundo es
un magnífico documental que empieza donde acaba el tercer capítulo de la serie,
justo cuando el pueblo egipcio se echa a la calle para derrocar a Mubarak.
"La plaza","The
Square" en inglés (en referencia a la plaza Tahir, donde empezó la
revolución de Egipto de 2011, que fue una más de las revoluciones árabes en todo
Oriente Medio), es el escenario por el que vemos evolucionar a los
revolucionarios, presas a veces de sí mismos y de sus líderes. Magnífico
documental que no hay que perderse.
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