Esta es la traducción de un artículo que Norman Finkelstein ha escrito denunciando tremendos abusos de una firma de abogados (Saltzman Chetkof & Rosenberg) contra un amigo suyo.
¿SABES QUIÉN ES NORMAN FINKELSTEIN?
Durante años he seguido a Finkelstein, y lo he admirado por su valentía, su perseverancia, su claridad y su precisión a la hora de abordar los asuntos en los que es un experto: la cuestión israelopalestina, la manipulación política del holocausto nazi ("La industria del holocausto") y el análisis de las obras de Gandhi.
Finkelstein se ha enfrentado a todo el mundo. Se ganó la enemistad de las élites judías y estadounidenses (hasta el punto de que lo llamaron negador del holocausto... a pesar de que perdió a casi toda su familia en los campos de concentración, razón por la cual se interesó especialmente en separar el grano de la paja). Se ganó el desprecio de los partidarios de la causa palestina, antiguos compañeros de viaje que lo adoraban como a una estrella del rock, hasta que lo tacharon de traidor cuando criticó públicamente al BDS (el famoso boicot contra Israel) por cuestiones tácticas y legales. Tampoco dudó en abandonar el comunismo más ortodoxo cuando comprobó su decadencia e inconsistencia, y todavía se mofa de sí mismo por ello. Pero quizás sea su estilo radical y sin pelos en la lengua lo que le ha ganado tantos enemigos como seguidores. En su mirada se puede ver tanto el hartazgo de quien se ha cansado de flotar en nubes de amor y odio, como la determinación de un soñador que aparta el desencanto para seguir con su causa.
Una escritor que ha demostrado ser solo fiel a la verdad, a su verdad, merece mi respeto y admiración. Y por eso, cuando pide ayuda para una cuestión personal, quise ofrecerme para traducir su artículo. Si con ello le ayudo en algo, conseguiré sentir que al menos estoy devolviéndole el 0,01% de lo que él me ha dado con sus libros, artículos, conferencias y lecciones morales. Qué menos.
COMENTARIO DE FINKELSTEIN: Este es un extracto de un futuro artículo (que será publicado en
octubre de 2017) que denuncia el montaje, chantaje y robo contra un antiguo
estudiante, inteligente y humanitario. El abogado Michael Chetkof recibió un
boceto del extracto. Él no puso objeciones al contenido de los hechos. Si
quieres apoyar mis esfuerzos para conseguir justicia, ¡diles a Allyson Burger y
Michael Chetkof que detengan el chantaje! Contacto scrlaw@scrllp.com (email), 1-516-873-0683
(tel).
***
LA COMIDA DE 30.000
DÓLARES
¡Firma! ¡Firma! ¡Firma!
4 de Agosto de 2017
Los buitres habían estado
sobrevolando en círculo toda la mañana.
Hacia las 2:00 de la tarde
bajaron en picado dispuestos a matar. Su presa, el Dr. Baldeo, estaba en una
sala de conferencias en Mineola, en el Tribunal de Familia de Long Island. Él,
su padre, sus dos abogados, y yo estábamos sentados alrededor de la mesa.
La noche anterior sus abogados,
Dennis Wrong y Betti Sachs, habían negociado con sus contrarios durante varias
horas. Yo recibí una copia del nuevo acuerdo propuesto (el término técnico es
"estipulación") vía email. Era dolorosamente obvio que el Dr. Baldeo
había perdido todo. La siguiente mañana decidí empezar sin circunloquios.
"No tienes nada", le espeté.
Vio que iba en serio, así que él también (para variar) eludió la evasión
verbal.
"Es verdad, no tenemos
nada".
"Entonces no puedo en
conciencia recomendarle al Dr. Baldeo que firme el acuerdo".
El día anterior el Dr. Baldeo y
yo habíamos reducido los puntos de la disputa a cinco. Yo esperaba que ganásemos
en algunos puntos clave, que ascendían a 30.000 dólares, que permitirían a
Baldeo salvar las apariencias y no terminar como un hombre roto. Él ya había
perdido alrededor de un millón de dólares entre activos líquidos y su casa, los
ahorros de su vida.
Los abogados de la demandante,
Azimoon, accedieron a algunos de los puntos clave pero después inflaron sus
nuevos honorarios hasta 30.000 dólares. Lo escuché con mis oídos y directamente
de la boca de Michael Chetkof, el socio sénior que representa a Azimoon,
reconocer que las nuevas tarifas de sus abogados eran 50.000 dólares. Pero
cuando volvió de comer una hora más tarde, Chetkof exigió 80.000 dólares.
¡Estaba facturando 30.000 dólares
por hora por su descanso para comer!
Tras informar al abogado de Baldeo
que no pondría ninguna presión moral sobre él, los abogados de ambas partes
entraron en otra ronda de negociaciones.. Los abogados de Baldeo salieron abatidos
de la habitación una hora más tarde.
Detrás de ellos, Chetkof salía
resuelto. "Te fuiste de 50.000 a 80.000 dólares en un abrir y cerrar de
ojos", grité. "¡Eres un ladrón!" Visiblemente contrariado,
Chetkof accedió a una fugaz rebaja. Unos pocos momentos después redujo las
nuevas tarifas de sus abogados en unos 5.000 dólares.
Primera lección: una efímera
explosión guiada por laser a la imagen pública del Ladrón consiguió más, aunque
solo fuera una migaja, de lo que el abogado de Baldeo consiguió sacarle durante
horas de tediosas negociaciones.
Pero ya habían dejado su
advertencia. Los honorarios de los abogados se estaban amontonando. Bajo la
actual ley matrimonial, "el cónyuge con menos ganancias" no paga
ninguna tarifa de abogados. La conclusión era que el Dr. Baldeo tenía que
afrontar la factura de los cuatro abogados, los suyos y los de Azimoon.
La "lógica" detrás de
esta ley es nivelar el terreno legal en el que juegan las partes. Pero el
resultado práctico fue que los abogados no tenían motivos para llegar a un
acuerdo. Cuanto más se alargaba el pleito, más tenían que ganar, especialmente siendo
Baldeo un médico: es decir, una vaca lechera.
Chetkof y Burger facturaban 950
dólares por hora; los abogados del Dr. Baldeo 500 dólares por hora. Después de
cada día en el juzgado, Baldeo perdía más de 10.000 dólares. Si el caso
continuaba unos pocos días más, acabaría en prisión por sus deudas.
Si Chetkof y Burger llegaron a un
acuerdo, fue porque — saboreaban el lucro, lamían la tajada, ansiaban la carne—
querían sus honorarios ahora, no después.
Cuando Chetkof escuchaba
"tarifas de abogado", sus ojos se iluminaban como hogueras en llamas.
El Sr. Wrong le llamaba "Sr. Charla-Cheque".*
Tras amenazas e intimidaciones
sin descanso, combinadas con aumentos de las tarifas de abogados, finalmente el
Dr. Baldeo sucumbió.
Nunca llegó a tener su día de
juicio. Ni siquiera llegó a examinarse el testimonio del primer testigo.
"Tenía que llegar el
final", Baldeo firmó resignado, con una pálida sonrisa en su cara.
Justo antes de que el acuerdo se
firmara, Chetkof se aproximó al Dr. Baldeo.
"Quiero que sepa que le
respeto".
Chetkof y Burger habían afirmado
en cientos de páginas en los papeles del juicio que el Dr. Baldeo era un
monstruo sádico.
Pero ahora Chetkof dice, "le
respeto".
Chetkof, por supuesto, no se
creyó ni una palabra de los papeles del juicio. Él, por supuesto, sabía que
todo eran mentiras.
De otra manera, ¿cómo podría él
"respetar" al Dr. Baldeo? ¿"Respetaba" el fiscal a Jack El
Destripador?
Pero la verdad no detuvo a
Chetkof a la hora de tenderle una trampa y chantajear al Dr. Baldeo.
De torturarlo.
"Mi trabajo es hacer lo que
sea para ganar", me escupió Chetkof justo antes del desenlace.
"Baldeo es un estúpido si no pacta. Será destruido".
Los primeros cuatro días en el
juzgado, Chetkof excavaba profundamente en su bolsa de trucos sucios para hacer
que el Dr. Baldeo se retorciera en una intensa agonía.
Pero, como el agente de la
Gestapo que sube los amperios en los testículos del "acusado", no era
nada personal.
Cúan fácilmente fluían las
palabras de los labios de Chetkof, "le respeto".
Harto hasta el punto de la
desecación moral, tras décadas de administrar los electrodos Chetkof ni
siquiera se daba cuenta de la ironía de su halago.
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