No hay duda de que el público de Norman Finkelstein simpatiza en mayor o menor
grado con sus opiniones. Pero lo que convierte a este intelectual en puro espectáculo es que se crece tanto ante la adversidad que despierta el morbo en el espectador: ¿Hasta dónde estará dispuesto a llegar? ¿Cuándo se quebrará? Finkelstein encarna perfectamente esa lucha de David contra Goliat. Y no lo hace de manera impulsiva. Detrás de esa fachada de intelectual suicida, hay una profunda reflexión filosófica de tintes utilitaristas y chomskianos.
Si a eso se le añade el pasado de su familia en el Holocausto nazi, y su posterior enfrentamiento con gran parte de la comunidad judía, el drama está servido.
En esta entrevista Norman Finkelstein se abre en canal para mostrarnos sin tapujos los interiores de un radical. Un intelectual radical en el sentido de que busca las raíces de los asuntos, y una vez que las encuentra, no las suelta por muchas piedras que le caigan encima. Un intelectual que es capaz de quitarse todas las piedras que él mismo una vez se echó encima hasta ser sepultado por una maraña ideológica que lo convirtió en un tonto, según sus propias palabras.
Lo que le queda tras este proceso de desnudez es una brutal honestidad. Una honestidad tan incorruptible como temeraria. Y Paul Jay, un productor con larga trayectoria en mantener viva la llama del periodismo crítico, se encarga de sacar a la luz todo eso en unas entrevistas que duran más de dos horas.
Lo que aquí se presenta es un recorte que suprime reiteraciones y presentaciones, con subtítulos traducidos y editados por mí mismo. Las entrevistas tuvieron lugar en diciembre de 2014.
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